2013 Intervención temporal

El cuerpo corriente

Bombillas, portalámparas, cables eléctricos, sensor de movimiento. Dimensiones variables.

Construir, habitar otro lenguaje. Donde el cuerpo se haga humanidad. Construir otro cuerpo. Dar forma al sueño ardiente de la libertad. En el hilo de la memoria. Dice José Jiménez «Pero somos memoria. Quebradiza y fragmentada, pero memoria. Ella nos constituye como seres humanos, como cultura» (Jiménez, 1996: p. 28). La memoria es nuestro signo más profundo. De ella brota la humanidad. La vida y la experiencia fugaces en ella encuentran fijación y estabilidad. Y lo que fue permanece. Pero la memoria es cortante, como el hilo de un cuchillo. Aún más: nada tan cortante como el recuerdo. Borran sus aguas, igual que un río al descender, las huellas de una vida precipitada en el fondo, sedimentada en las orillas. El curso sigue una dirección dominante. Y, en ella, los titubeos o torrentes sobresaltan apenas las dudas de las aguas. Por eso vacila el hombre al querer remontar el curso de la corriente.
El ejercicio de la memoria es como el retorno a un territorio del que fuimos expulsados. Como un salto en el vacío. Un brinco sin espacio donde apoyar los pies. Cuando recordamos, despojamos a la vida de su corriente nerviosa. Para intentar la quietud de una imagen, de un perfil, donde situar el refugio de nuestra identidad. La vida interior no habita en la superficie. Palpita en la profundidad del corazón. Alma sumergida. Subterránea.
Como los filamentos más profundos y lejanos del recuerdo. Van y viene. Brotan como plantas a la luz, como oscuros rayos, desde el fondo más incierto de la tierra y el tiempo.
Opera la memoria como un filtro cortante. Desplaza sin piedad los rescoldos que pudieran avivar pasados fuegos. Esa afilada cuchilla hace presente también aquellos sueños que no fuimos ni hicimos, los abandonos y deserciones de nosotros mismos. La memoria es selectiva.
Si la memoria busca errar nuestro pulso, bueno será invocar su terrible perfil. Buscarla cara a cara. Contra corriente. En un tiempo sin memoria, sin recuerdos. Nuestro tiempo: en el que todo busca la sombra protectora de un presente sin aristas. Abandonados y a la deriva buscamos la luz. Claridad y transparencia. Corriente arriba, corriente abajo.
Huellas, indicios, podríamos buscar en el cuerpo. En este cuerpo sonoro. Colmado de sonidos, palabras, olores, imágenes.
Un cuerpo vivo y vivido. Materia fluida para el deseo común. Vivir. El cuerpo que corre consciente este mundo.
Acostumbrados a respirar. Transitamos apenas por el hilo del tiempo y la memoria.
Habitamos el cuerpo.