2014 -texto

Una invitación

Una invitación al Huertopoema de los días
En Villarrubia, Córdoba

La búsqueda de una existencia justa en relación a las circunstancias inventa y trabaja con modos de pensamiento y estilos de vida en los que se da una nueva relación con el mundo. La vida es el escenario de trabajo.

Pensando en lo útil, Culturhaza trata de reconciliar la existencia, el trabajo y la creación artística en un haza, en la periferia de Córdoba, situada en la margen derecha de río Guadalquivir; donde la intuición domina la idea misma de la vida cotidiana. Cada uno de sus trabajos refleja unas disposiciones fisiológicas y pequeñas decisiones existenciales que expresan un compendio de elecciones, hábitos y gestos que se especializan en acciones u objetos (sembrar-cosechar, hablar a los curiosos visitantes de la tierra y las semillas, o ensamblar hierros y maderas). Estos modos de hacer dibujan un comportamiento que se inscribe en una economía propia de la existencia, siendo el triple pensamiento ecológico (mental, social y ambiental) el motor para un posicionamiento y afirmación del medio rural como contexto crítico. La forma no es un fin en sí mismo, sino la puesta en marcha de un proceso que apunta a la abolición, por todos los medios posibles, de la distancia que separa el arte de la vida. Una forma de vida, la de Culturhaza, que conjuga las labores agrícolas y culturales (en talleres, instalaciones, performances, videocreación, etc.), recuperando, formando y manteniendo vivo un hacer la tierra generoso y fértil.

El Huertopoema de los días es un proyecto ecopoético iniciado en el invierno del 2012 (y con muchos días por venir) que responde a esta comprensión del estar-en-el-mundo, del vivir una ecología poética. La existencia y el arte se presentan y participan de los elementos que lo conforman: tierra, sol, aire, gallinas, naranjos, manzanos, etc. Hacia una convivencia de la producción ecológica y artística. En un equilibrio del uso del espacio como huerto y obra de arte. Su nombre viene dado por la orientación del terreno sobre el que hemos dibujado el huertopoema; mirando al sur, con Sierra Morena y la casa a nuestra espalda, de izquierda a derecha se dibuja el arco del día. Las líneas de frutales, seres vivos dibujando coordenadas espaciotemporales. La relación entre poema y vida o, como sería más exacto decir, entre naturaleza sensible y naturaleza de sentido, significante y significado confluyen en una idea, el tiempo.

Tiempo que transcurre natural, como la vida misma, el haza marca el ritmo: amanece el día, despiertan las hojas, se mueven los perros, salen las gallinas, Pelayo saluda, se cosecha el huerto, se recogen los huevos, se muele la escanda, se recibe a los amigos, se riega el huertopoema.

Regar como decir. El agua y la palabra. Riego y cuerpo. Confluyen, se necesitan. La tierra quiere beber, los frutales crecer, los frutos madurar. Como la palabra dicha o escrita, al aire o en tierra, vívidamente espera su momento. El procedimiento de enunciar no solo la circularidad temporal de la siembra y la cosecha, del movimiento y la fijeza, del día y la noche; sino de simbolizarla, dar riego, regar. De tener agua fresca.

El huertopoema de Culturhaza está habitado por seres vivos de los reinos vegetal y animal, insectos, anfibios y reptiles, monstruos deseables, frutos apetecibles, palabras constructoras; raíces móviles, cuadrúpedas, bípedas, aladas y peludas; pieles blancas y rojas, altas y bajas, ruidosas y calladas, diurnas y nocturnas; elementales insólitos, líquidos y gases; semillas de mundos y kilos de vida.

Esto es una invitación.

Teruel, 14 de enero de 2014